sábado, 20 de junio de 2009

ANDRADE EN EXPRESO


Fujimori: a cocachos aprendí

Alberto Andrade Carmona (Somos Perú)

19 de Abril del 2009

¿Cuántas veces hemos sentido en carne propia eso de que “el
golpe enseña” y “que la letra con sangre entra”? Ahora que llega a
su fin uno de los episodios más dramáticos de nuestra historia,
como el juicio a Fujimori, debemos poner la mayor objetividad de
nuestra parte para extraer de ello lecciones duraderas.

Es cierto que durante las décadas de los ochenta y noventa se tuvo que combatir al terrorismo que, como una plaga, asoló a nuestro país. Fue una lucha que tenía que ser afrontada de todas maneras y no sólo por el Gobierno Central, todos los que de alguna manera representábamos a la sociedad pusimos el pechito, cumpliendo nuestro deber de defensa de los derechos humanos y rechazando firmemente la violencia.

Recuerdo la primera marcha por la paz que hubo en Lima, organizada entre Miraflores y Villa El Salvador luego del atentado de Tarata, uno de los más graves crímenes cometidos por las hordas asesinas de Sendero; esa noche me encontraba en la Municipalidad de Miraflores a solo cuatro cuadras del lugar, y pude apreciar en toda su magnitud la insania de esos criminales.

Más allá de los golpes recibidos, y de haber sido uno de los blancos políticos del dictador por la lucha que emprendimos, siempre mantuvimos una inquebrantable voz de protesta y un compromiso con la defensa de la democracia.

Es importante que quede claro que a Fujimori no se le juzga por la forma cómo combatió al terrorismo, pues según ha sido declarado por la Corte, Fujimori encabezó una organización delictiva, que realizó una guerra sucia, que produjo, además de los casos de la Cantuta y Barrios Altos, más de cincuenta hechos delictivos, que van desde el asesinato, el intento de secuestro y la intimidación.

Es preciso recordar también a la otra parte que estuvo siempre lista para este combate: la Policía Nacional, que en la práctica fue la que derrotó a Sendero y al Movimiento Túpac Amaru, que implementó las rondas campesinas y con un trabajo metódico y de bajo perfil permitió capturar a casi toda la cúpula terrorista, sin el empleo de la fuerza bruta como el grupo Colina.

Y esta debe ser la primera lección aprendida, la dictadura y la violación de los derechos humanos deben ser combatidas desde todos los frentes, cerrando filas; Fujimori aprendió a cocachos que en ningún lugar del mundo esto será permitido.

Repito, a Fujimori no se le está juzgando por combatir al terrorismo, sino por cómo lo combatió, esto debemos tenerlo presente ahora más que nunca, cuando acaban de perder la vida 14 heroicos soldados, que poniendo la cara por todos los peruanos estaban combatiendo los rezagos de Sendero, ahora convertido en un aliado del narcotráfico.

A esos asesinos hay que combatirlos, pero dentro de los límites de la ley, el fin no justifica los medios… en este round no vale todo.

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