jueves, 11 de junio de 2009

GORRITI EN CARETAS






La Policía Como Víctima

Por Gustavo Gorriti


Domingo siete. ¿Cuántos otros sepelios similares no vienen a la memoria? Ataúdes cubiertos con la bandera, en hombros de policías de la misma unidad, que marchan con rostros sombríos mientras la banda toca el sollozo instrumentado que es la marcha fúnebre Morán.

Muchos entierros así. Los muertos de Pómac, hace tan poco; los de la emboscada de Angasyacu, el 2005; los caídos en las decenas de emboscadas y combates de la guerra interna. Algunos murieron porque los abatió la mano pesada del destino. Pero otros muchos fueron conducidos a la tumba porque jefes incompetentes no cuidaron, no previeron, ni planificaron las medidas más obvias que hubieran prevenido las desgracias. O porque algunos corruptos les negaron los medios básicos, de material o entrenamiento, que les hubieran salvado la vida.

Pero los entierros que empiezan desde este domingo 7 de junio, son únicos en su alcance de tragedia: jamás había sufrido la Policía una cantidad tan alta de bajas en un día, en lo que al fin fue una sola acción. Ni en los peores momentos de la guerra interna. Veinticuatro policías asesinados (no hay otra palabra) en pocas horas. Es el peor desastre en la historia policial del país. Y no son solo los policías los que sufren y pagan un precio enorme. Todos lo sufriremos y todos lo pagaremos.

Veo la tribuna. Solo está el primer vicepresidente del Congreso, Álvaro Gutiérrez. No está el Presidente, ni el premier, ni la ministra, ni ningún otro miembro del gabinete. Pueden excusarse diciendo que tenían que asistir a la ceremonia de la Bandera. Pero, está claro que no van porque tienen miedo: no quieren escuchar los gritos de angustia, pero también de queja y protesta de los familiares. Si tuvieran honor, ahí estarían, firmes y estoicos aunque los pelen vivos. Pero eso, o se tiene o no.

¿Quién más está? La Marina es la única que ha mandado una delegación digna. El Ejército ha enviado una de bajísimo nivel. Provoca vergüenza ajena tal mezquindad. De la FAP ni se diga. No hay nadie.

Así, la peor tragedia de su historia es sufrida por la Policía en soledad. Si, pese a todo, fuera la soledad de una institución manejada con rectitud, eficiencia y honor, no necesitarían compañía. Pero no es así.

Detrás de la matanza hay jefes, brutos unos y cobardes y oportunistas los otros. Dirigidos por políticos tan inescrupulosos cuanto incompetentes, aunque administren su incapacidad con chillidos e histerias. Si se añade una multitud enardecida, acostumbrada a considerar que el policía es una piñata, pero dispuesta esta vez a romper la piñata con lanzas, los factores del resultado ya están ahí.

Si en el desalojo de Pómac la falta de armamento mató a los dos policías en enero de este año, en Bagua y en la Estación 6 fue el exceso de armamento lo que los mató.

¿Por qué? Porque en Bagua y la Estación 6, los policías de la Dinoes estaban armados con fusiles de asalto AKM, con por lo menos dos cacerinas de 30 balas cada una. Además, tenían pistolas y granadas.

Ese es un equipamiento letal, con un poder de fuego arrasador. Pero que sirve para la guerra, no para el control de multitudes.

De acuerdo con los testimonios más confiables que he podido reunir, la operación de desalojo empezó antes de las seis de la mañana del viernes, con lo que se supuso iba a ser un ataque “sorpresa” al cerro que domina la Curva del Diablo.

El operativo “sorpresa” fue emprendido por 18 policías. Estaban tan mal informados que se encontraron con alrededor de 500 manifestantes. Lanzaron gases, a corta distancia. Se produjo una trifulca. Y en ella, según relataron manifestantes a un experimentado periodista televisivo, un policía disparó, o se le escapó (que creo más probable), una ráfaga. Cayeron cerca de 25 nativos; dos murieron y la mayoría quedaron heridos, entre ellos el dirigente Santiago Manuin a quien inicialmente reportaron como muerto.

Los nativos rodearon a los policías y los amenazaron a corta distancia con sus lanzas. Ese fue el momento de la alternativa del diablo: en segundos hubo que decidir si disparar o rendirse. Disparar era salvarse, pero ocasionando una matanza. Rendirse, hasta ese viernes, significaba un moqueguazo: humillación pública, golpes, pero se salvaba la vida y no se segaba otras.

Los policías, mandados por el mayor Bazán, un excelente oficial, se rindieron y entregaron sus armas.

Con esas mismas armas los mataron.

Abajo, nadie sabía lo que pasaba, porque la Policía no tiene radios. Así como lo escuchan; en plenas operaciones se comunican entre sí por celular.

Algunos nativos despojaron de sus uniformes a los policías muertos y se acercaron al resto de Dinoes, para dispararles, según versión proveniente de aquéllos. Dos llegaron a hacerlo e impactaron a varios policías. También le dispararon al helicóptero.

A partir de ahí se inicia la balacera y la Dinoes arremete con todo. Cuando avanzan con el camión blindado Caspir por delante, la resistencia se desmorona en un momento, hay un sálvense quien pueda, y el desbloqueo se convierte en violentas capturas y persecuciones.

Entre tanto, en la Estación 6, el comandante Miguel Montenegro –un notable oficial, que fue jefe de salvataje en Lima el año pasado– no sabe lo que está pasando. No tiene radio, está aislado y su celular no alcanza señal. Los dirigentes nativos, que tienen virtualmente controlada la base desde el inicio de la protesta, sí están informados, sobre todo por la red de radios comunitarias. Montenegro ha jugado sus cartas al diálogo y no hace ningún aprestamiento bélico. De manera que cuando los nativos, que ya ocupan todo el perímetro de la base, deciden dominarla, no tienen que hacer casi ningún esfuerzo.

Despojados de sus uniformes, amarrados con sus pasadores y, en el caso de Montenegro, cegados por un líquido que le refriegan en los ojos, tratan de negociar su vida. Según los sobrevivientes, los aguarunas están divididos. Unos quieren matar a toda costa. Otros se niegan. Montenegro llega a subir a un cerro con sus captores para tratar de encontrar señal con la que llamar a Lima, a su comando, a la radio, pero tampoco la captan. Ahí se inicia la matanza de policías. Algunos, los más jóvenes, escapan, ayudados, parece, por los aguarunas que no querían matar.

Según testimonios de fuente policial, los sobrevivientes llegaron al cuartel del Ejército, que está a pocos minutos de la Estación. De acuerdo con ellos, el Ejército no organizó las inmediatas patrullas de rescate que hubieran permitido salvar, quizá, algunas vidas. Esto debe ser investigado a fondo.

Esa es la historia de la matanza de policías, según las versiones más convincentes.

Hay mucho que decir sobre el manejo terriblemente inescrupuloso de este conflicto. Y, claro está, hay mucho que lamentar en los resultados de esta represión. El costo ha sido exponencialmente mayor que el problema.

Pero siento que no se ha escrito lo suficiente sobre el policía como víctima. Guardianes de la ley a quienes la corrupción, la incompetencia y la arrogancia de sus jefes llevó al sacrificio. Son policías que murieron porque escogieron no matar. ¿Por qué se los colocó en esa diabólica disyuntiva?

Y, desde una perspectiva de derechos humanos, de defensa alerta de la democracia, hay que decir con claridad lo siguiente: Nada justifica atacar y mucho menos matar a un policía. Ningún Estado, ni la democracia más liberal de la tierra, puede tolerarlo. La defensa de los derechos humanos exige tener una Policía fuerte y respetada. Si cualquier poblada golpea, humilla y mata impunemente a policías; si cualquier psicópata insulta o atropella a policías de tránsito y no le pasa nada, nos encaminamos a una corrosión social que terminará como siempre termina, con una víctima más: la democracia.

6 comentarios:

  1. Una gran lástima lo que ha pasado. Pero por otro lado, qué bueno que existan periodistas como Gustavo Gorriti para mostrar las cosas como realmente son.

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  2. Esta version que trae Gorriti un poco que viene tirado de los cabellos. Desde cuando aca los policias son respetuosos caballeros de la ley. Acaso no hemos visto cual es su accionar cuando de reprimir se trata. Hay que decirlo con sus cuatro letras: los cuerpos especializados en la represion de masas no tienen ni una pizca de etica altruista. Acaso no vemos las imagenes de como te tiran a la cara una bomba lacrimogena a corta distancia. Acaso no hemos visto esas imagenes en las que un grupo de "caballeros" de uniforme patean inmisericordemente a un manifestante? No me vengan con cuentos chinos que ya se sabe que los que entran a estos cuerpo de elite son los mas brutotes. Brutos en el sentido de usar la fuerza, aunque tambien sospecho que son brutos de la cabeza. ¿Que respeto puede tener un represor? Me diran que el no tiene la culpa porque solo recibe ordenes. Bueno, si a mi me dan ordenes de golpear, torturar, matar a un semejante, pues, mando a la m... a quien me lo da y busco otra chamba. Quien acepta este trabajo de violentar derechos de las personas tiene que ser un desequilibrado mental. Tiene que ser un desadaptado. Acaso no vemos como el uniforme los hace creerse la "divina pomada" a estos "angelitos de la ley" Quedan flotando muchas preguntas pero ahi nomas lo dejo por hoy...

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  3. Las leyes de la Guerra (Andrés Chirinos)
    Me parece absolutamente respetable la versión de Gorriti, pero no la comparto. Me parece terrible que se justifique, en nombre de la democracia y el orden, la muerte de manifestantes que en su mayor parte estaban absolutamente desarmados. Algunos, bien intencionados, viven en la ilusión de que en el Perú hay una institucionalidad democrática... lamentablemente Bagua ha demostrado que vivíamos un espejismo.

    Lo que se ha visto en Bagua es una declaratoria de guerra a una nación (aguaruna-huambisa) y por extensión a todos los pueblos indígenas peruanos. La respuesta indígena en la estación 6 ha sido terrible, cruel. Sin embargo, a mi entender, nos es menos cruel que el asesinato de civiles indefensos que bloquean carreteras, no es menos inhumana. La guerra es la que es inhumana. En las guerras se busca el exterminio del enemigo, esa es la forma de ganar las guerras.

    La policia, los políticos expertos en estos temas y Gorriti lo saben muy bien, pero lo callan. Saben que para desalojar a manifestantes como los que bloqueaban la carretera a Bagua se necesitaba matar.... o bien una cantidad enorme de policias, muy bien entrenados (que no los hay), que superaran a los manifestantes. Entonces no nos engañemos, defender la actuación de los policias en la Curva del Diablo es también defender el derecho de un Estado a matar a los que bloquean carreteras, aunque estén desarmados. No se trata de condenar a la policía y justificar “antropológicamente” la venganza indígena. Se trata de algo más sencillo. Un pueblo que conoce lo que es la guerra no tiene temor en confesar que los mataron porque esa es su “ley”. Por el otro lado desde el “Estado de derecho” se justifica el asesinato de personas indefensas al tiempo que se condena el salvajismo de lo ocurrido en la estación 6. Entiendo las razones de Estado que esgrime Gorriti pero no me van a hacer creer que unas muertes son más salvajes que otras.

    Una importante diferencia entre la sociedad occidental y las sociedades indígenas es que los primeros quieren hacer creer que son “civilizados”, que han superado etapas de “salvajismo”. No hacen sacrificios humanos, ni degollamientos... Como si el bombardeo de civiles indefensos fuera una acción civilizada, como si fuera más civilizado matar con bala que con lanza. Las sociedades indígenas no se especializan en querer demostrar su superioridad “moral” y confiesan con naturalidad, reconociendo lo cruel que puede ser, sus leyes de la guerra. Sin embargo, a parte de hipocresías, las leyes de la guerra son las mismas en toda la tierra, entre ellas está el matar al enemigo con el fin de exterminarlo o aterrorizarlo.

    Aquí nadie es neutral, Gorriti defiende las razones de Estado y yo quiero defender las razones de los indígenas. En lo que coincidimos es que la guerra no es el camino para solucionar nuestras diferencias. Afortunadamente la presión de la mayoría de peruanos, entre los que también está Gorriti, está haciendo que busquemos el camino de la paz y no sigamos por el de la guerra.

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  4. La masacre de policias debe ser castigada penalmente por los que lo realizaron como por quienes dieron las ordenes: Alan, Meche a la cana!
    Y el tal Humberto Contreras que comenta arriba, acaso esta justificando la matanza de personas porque son policias?? En este tono estan apareciendo cada vez mas imbeciles que buscan muertes al igual que el otro nazi Andrés Bedoya Ugarteche que pide napalm para los indigenas.

    Como dijo Gorriti ayer en Prensa Libre: "Ninguna antropología justifica el asesinato"

    Saludos.

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  5. Olvidaba felicitar a Gustavo Gorriti por su siempre necesaria lucidez que se demuestra en tiempos donde tirios y troyanos sacan las garras. Y también a Heduardo por la creacion de este blog tan necesario.
    Yo escribe un articulo sobre el Peru donde podría enmarcarse la realidad que estamos viendo actualmente. Lo dejo aqui por si le quieren dar un vistazo:

    Peru es The Matrix

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  6. Bravo pateador, Alan y Meche a la cana, pero me temo que tu amigo Gorriti no esté de acuerdo

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